Relato I

MISERABLE.

«Me siento sucio, solamente la calidez del agua que me golpea y recorre mi poco agraciado cuerpo puede apaciguar mis problemas, o como diría mi amigo gitano, mis duquelas.

De pronto el calor se desvanece, las heladas gotas se sienten como una verdadera tortura. No puedo creerlo, para colocar la guinda en la cima del pastel, se me acabó el gas que me provee de mis relajantes duchas. ¿Acaso puedo ser más miserable?

Solo me queda aludir a una extraña fuerza sobrenatural, quizás divina, que se entretiene con mis desgracias, sin duda tiene que ser eso.»

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